martes, 22 de octubre de 2013

HISTORIA DE LOS GATOS.




         LA HISTORIA DE LOS GATOS

Su domesticación:
Los primeros descubrimientos paleontológicos sitúan los primeros focos de domesticación del gato en Egipto hacia el 2000 a.C., pero el descubrimiento en 2004 de los restos de un gato al lado de los de un humano en una tumba en Chipre aplaza el inicio de esta relación de 7500 a 7000 años a.C. El gato descubierto presenta una morfología muy cercana a la del gato salvaje africano, sin las modificaciones del esqueleto debidas a la domesticación: se trataba de un gato acostumbrado, más que domesticado. La cohabitación de los gatos y los hombres empezó probablemente con el aparición de la agricultura: el almacenaje del cereal atrajo a los ratones y a las ratas, que a su vez atrajeron a los gatos, sus depredadores naturales.
En Egipto
 Los antiguos egipcios usaban para llamar al gato la onomatopeya « miou», cuya transcripción es miw en masculino y miwt para el femenino (el español usa también este tipo de onomatopeya, que se encuentra en el verbo maullar).
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Se cree que la domesticación del gato tuvo lugar en Egipto durante el 3º milenio a.C.. Se convirtió en un animal de compañía apreciado por su dulzura, su gracia y su indolencia, pero el gato es sobre todo un animal protector. Al cazar pequeños roedores, protege los silos donde los egipcios guardaban su cosecha (sobre todo el trigo), recurso vital para este pueblo de agricultores. Al cazar ratas, el gato elimina un vector de enfermedades graves (como la peste). Además, al cazar serpientes (sobe todo víboras cornudas), hace más seguros los alrededores de los hogares próximos a donde establece su territorio.                                
                                           
                                      En Grecia y Antigua Roma
Según la leyenda, los egipcios rechazaban las peticiones apremiantes de los griegos para comerciar con los gatos, a los que veneraban como a dioses. Los griegos decidieron entonces robar los gatos. Cogieron al menos seis parejas y las llevaron a Grecia. Algunos meses después nacieron las primeras camadas, y algunos años después, los criadores pudieron vender gatos a los Romanos, a los Galos y a los celtas. La especie se extendió poco a poco por todos los países mediterráneos. En Grecia, antes de la llegada del gato, la garduña, la comadreja y la mofeta se ocupaban de desratizar y proteger las cosechas. La acogida del gato fue más bien moderada. Aunque no los adoraban como los egipcios, los griegos adoptaron al animal, reconociendo su don como cazador, pero reconociendo también que era más agradable para la convivencia, ya que era más bonito, refinado, dócil y limpio que las mofetas y las garduñas. El gato se usaba a veces como animal de compañía, aunque los griegos preferían al perro. El gato era en principio un juguete, un regalo caro traído de Egipto para ofrecerlo a las cortesanas.
                                                    En China
Asia emprende muy buenas relaciones comerciales con Europa. El gato se intercambia con finas sedas y de esta forma llega a China. Los primeros rastros de gato que se encuentran en China datan de la dinastía Han, alrededor de 1.000 años a.C.
El animal fue acogido calurosamente, por su belleza y su don cazando ratones. Se convierte en símbolo de paz, de fortuna y de serenidad de la familia. En esta época, el gato es un animal doméstico reservado a las mujeres, se le da el poder de atraer la mala suerte y de alejar a los demonios con la ayuda de sus ojos brillantes. La divinidad agreste Li-Show tenía la apariencia de un gato.
                                                    En Japón
 Los gatos llegaron a Japón en el siglo VI al mismo tiempo que la doctrina budista, pero su introducción real data del 19 septiembre de 999, fecha del aniversario del emperador Ichijo, al que le regalaron un gato por sus trece años. La imagen del gato evolucionó mucho en Japón, donde será considerado a veces portador de buena suerte por su pelaje de concha de tortuga, y otras veces maléfico por su cola ahorquillada. El éxito del gato es tan importante en el país que una ley del siglo XVIII prohibió el encarcelamiento y el comercio del animal. Algunas historias cuentan que los japoneses mimaban tanto a sus gatos que éstos dejaron de cazar ratones, que llegaron a proliferar hasta tal punto que los japoneses tuvieron que pintar gatos en las paredes de sus casas para cazar a los roedores.
                                                      En India 
En la India, el gato es honrado como en Egipto, y la diosa de la fecundidad, Satí, tiene la apariencia de un gato, igual que Bastet. Hay pequeñas estatuas hechas de cerámica que muestran esta honra. Se instalaban en ellas pequeñas lámparas de aceite para asustar a los ratones por la noche, de la misma forma que los ojos del gato se iluminan por la noche. Esta facultad se usó también para alejar a los malos espíritus. Los budistas aprecian la capacidad de meditación del gato, sin embargo, éste no forma parte de los cánones del budismo. Ésta exclusión resulta de un incidente sucedido a un gato que se quedó dormido durante los funerales de Buda.

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